La primera panaderia de Villa Alejandro Giardino
¿Quien no recuerda la primera panadería tradicional de la villa? El olor a pan recién horneado cuando pasabas por frente a la panadería con horno a leña de don Angel Morell y doña Margarita, Panaderia La Argentina en calle Los Cocos a metros de la avenida principal. Los que vivieron por los años cuarenta recordaran el paso de la jardinera tirada por un caballito con la que don Morel salía a repartir el pan calentito por las calles del pueblo. Era el año 42 y don Angel Morell Camps y su esposa Margarita Pont, vecinos de La Falda, deciden radicarse en la localidad que ya tenía tres años de existencia y donde el progreso en la actividad comercial y crecimiento poblacional se acrecentaba rápidamente. Don Morell venia de disolver la sociedad comercial con su hermano en la panadería La Esperanza de La Falda, que tenía una importante producción ya que uno de sus principales clientes era el Eden Hotel y ante este nuevo desafío que en sus comienzos no fue fácil, con una producción muy acotada y mucha dedicación fue abriéndose camino en la naciente comunidad giardinense.
El matrimonio Morell Pont fueron padres de dos hijos Margarita, la mayor, nacida en 1941 y Angel más conocido como “Lalo” nacido en 1945 en la vivienda familiar y panadería en Villa Giardino, orgullosamente nativo y primer profesional universitario de la villa, recibió el título de abogado en julio de 1971. En el aporte de su actividad social fueron eficaces participes y colaboradores en la formación de las primeras instituciones locales deportivas, culturales y turísticas, como principales propuestas del desarrollo económico local. Eran habituales los eventos públicos donde concurría la familia a divertirse con baile y presencia de orquestas en vivo, con elección de la reina, donde las jóvenes locales tenían la oportunidad de lucir su belleza y gracia, enorgulleciendo a progenitores, familiares y amigos.
En su más de cincuenta años de comerciantes panaderos, podemos recordar anécdotas como los artesanales paquetes de envasado de galletitas u otros productos sueltos que doña Margarita con mucha practicidad le daba forma de repulgue de empanada para cerrar ya que no se utilizaba aun cinta autoadhesiva. Al igual que se podía comprar la manteca en trozos muy precisos que se envolvía en papel vegetal. Inolvidables los panes que llamamos criollitos recién horneados y con manteca, las deliciosas facturas con crema pastelera o dulce de membrillo, siendo el desayuno o merienda preferidos de muchos de nosotros en nuestra infancia. También debíamos llevar recipiente para comprar el dulce de leche en la época que el plástico en el envasado de comestibles no había invadido el mercado y naturalmente se cuidaba el ambiente de contaminación.
Durante los años sesenta la panadería La Argentina se instaló en un local sobre el Boulevard La Cañada para luego retomar sus actividades en el comercio de calle Los Cocos con el nombre de La Nueva Argentina hasta su cierre definitivo que sería en la década del 80. Cabe recordar que se instalaron otros profesionales panaderos en los 50 y 60 como la familia Masuero y la familia Ortiz y a los que fueron sumándose muchos más hasta la actualidad.
Así fue como aquellos primeros vecinos con actividades esenciales fueron promoviendo el progreso local y aportando a la historia de nuestro querido pueblo, que lo seguiremos llamando cariñosamente “pueblo” hasta el próximo censo ya que con 85 años de existencia no pudimos superar el numero para ser nombrados ciudad. Quizás sea un beneficio para que el progreso no oculte nuestra historia ni a los hacedores de ella.
MARTA ROCHA